Chuchi

Cuando vivíamos en el cortijo no queríamos tener animales, porque sabíamos que allí no duraríamos mucho tiempo, y no queríamos arrastrar a ningún animal detrás de nosotros, que somos culos inquietos.
Sin embargo, un día Jesús salió al porche a tender la ropa. No se había dado cuenta, pero allí tirada había una perra.
Era  una podenco andaluza. Estaba en los huesos, apenas podía moverse. Le costó mucho ponerse de pie, y se iba a largar con miedo, cuando Jesús la vio y me avisó.
Salí con dos rodajas de salchichón. Era lo único que tenía en la nevera, y se lo ofrecí. La pobrecita lo comió, me abrazó y ya no volvió a irse.
Le pusimos de nombre Chuchi. Cuando íbamos a buscar almendras, ella nos seguía como podía. Hacía un agujero en la tierra, al lado del árbol en el cual estuviéramos trabajando, y allí se tumbaba a descansar sin quitarnos el ojo de encima, no fuéramos a desaparecer y dejarla allí solita.
Se encontraba tan débil de haber pasado hambre y sed que en una ocasión cuatro perdices pasaron andando por el porche y ella las miró, pero no se levantó.
Poco a poco fue recuperando las fuerzas, hasta que se ponía a correr por los montes, a subir por las peñas y a intentar cazar liebres y perdices. La veíamos feliz.
Pasó alrededor de un mes cuando apareció el dueño de Chuchi. Era un cazador del coto. Venía con otros perros, hermanos de ella. Nos dijo que se llamaba Tula, que la llevó a cazar pero ella se había asustado de los tiros y había salido corriendo, y no la buscó. Pensaba que estaría muerta, pero la vio allí y se acercó.
Intentó saludarla, pero ella no le hizo ningún caso, ni al " dueño" ni a los hermanos. Así que el cazador nos dijo que nos la podíamos quedar, ya que a él no le servía. Le cambiamos el chip a nuestro nombre y ya la adoptemos legalmente.
Ahora está con nosotros, y es la envidia del barrio. Los conductores la miran cuando pasan por su lado, incluso muchos cazadores nos la han pedido porque es preciosa y buena cazadora, aparte de que es super sumisa con la gente y buena, y una mami genial. Pero a la Chuchi no la damos, ni de broma.
Ya es una parte importante de nuestra familia.

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