Santa Claus

   Santa Claus es uno de mis perros.
Cuando vivía en el cortijo, mi perra se quedaba mucho tiempo sola, deprimida, y eso nos preocupaba. Así que pensábamos en adoptar otra hembra, podenca como ella, para que se hicieran compañía. Teníamos mucho sitio donde pudieran vivir las dos cómodamente, y como vivíamos en un coto de caza se lo pasarían en grande.
Pero un día, cuando fuimos a casa de mis suegros de visita, vimos por internet que pedían ayuda para un perrito. Su nombre era Santa Claus. Se lo habían encontrado en una autopista, y vivía el pobre en un trastero, todo el día ahí metido. Lo habían tenido cuatro familias ya desde que se lo encontraron, y ninguna lo quiso porque decían que era violento, etc...
Nos enamoró,  con esos ojillos brillantes y el morrito negrito. Así que decidimos quedárnoslo nosotros, en vez de adoptar una perra. Teníamos sitio para él, y con paciencia quizá se adaptara bien a nosotros.
Tuvimos que recorrer kilómetros para ir en su busca. Además, no tenía ni vacunas, ni chip, y tenía la barriguita malita, con mucha diarrea.
Así que lo primero que hicimos fue llevarlo al veterinario.
Ahora, después de más de seis meses,  Santa Claus forma parte de nuestra familia. Tiene su pasaporte, su DNI, sus vacunas. Fue papá de cinco cachorros preciosos, y después lo esterilizamos.
Pero sigue tan cabrito como siempre, es un poco chuleras él. Es el terror del barrio.
Aún así, lo queremos mucho, aunque tenga sus cosas de viejo cascarrabias y no haga más que fastidiar a la Chuchi y ladrarle a todos los demás perros de Roquetas de Mar, siempre tiene un cariño para nosotros cuando nos ve tristes. Nos despierta por las mañanas poniéndonos la patita suavemente sobre la mano o un lametazo en la cara. A veces puede ser un encanto.
Siempre estarás con nosotros, Santa.

LOS TOP TEN DE ESTE BLOG